El riesgo de proporcionar huesos carnosos
Muchos de vosotros me preguntáis
cada vez que hablo de dieta natural sobre los riesgos de los huesos carnosos a
la hora de alimentar a nuestros perros. Que si los huesos (especialmente los de
ave) no se astillan, que si no son malos, que si no dan problemas, que si
nuestro perro se puede morir, etc. Con este artículo quiero dejar claras
algunas cosas que espero que despejen vuestras dudas, o, al menos, os hagan
reflexionar. Como siempre, toda la información que voy a dar es bajo mi punto
de vista y en base a lo que he aprendido bien leyendo bien gracias a mi
experiencia personal al respecto.
Los huesos se astillan. Eso está
claro, y cualquiera que diga lo contrario, que coja un muslo de pollo, saque el
hueso y lo parta por la mitad con las manos, a ver cómo queda. El tema está en
que cuando proporcionamos huesos carnosos a nuestros compañeros, son, como su
propio nombre indica, huesos carnosos. No son huesos pelados, ni con apenas
carne. Son huesos que van perfectamente recubiertos de carne.
Al margen de lo anterior, he de
puntualizar también, que como humanos que somos, tendemos a compararlo todo con
humanos, y a menudo he oído comentarios sobre supuestos problemas que pueden
tener los perros a la hora de masticar los huesos. O el típico comentario de “cuando
le doy algo que le gusta, no le dura ni medio segundo… Ni siquiera lo mastica”.
Señoras y señores, los perros no mastican. Al menos no como los humanos. Los
perros machacan y aplastan lo que vayan a ingerir y lo tragan. No hacen como
los humanos que necesitamos tenerlo todo bien triturado para tragarlo.
Conociendo estos dos datos,
podemos ser fácilmente conscientes de que al proporcionarle, por ejemplo, un
muslo de pollo a un perro, este lo va a aplastar, romperá el hueso todo lo que
le sea necesario para tragarlo cómodamente, si por su tamaño le hace falta lo
partirá en trozos medianamente grandes y después lo tragará. Los huesos de
dentro del muslo entran al organismo bien recubiertos de carne, por lo que no
raspan ni la garganta, ni los intestinos.
Por otra parte, siempre os digo
que los huesos tienen que estar SIEMPRE crudos y que bajo ningún concepto los
huesos deberían estar cocinados de ninguna manera (ni cocidos, ni asados, ni
nada). Esto tiene una razón muy lógica: la comida cocinada pierde el agua que
lleva y se seca. Si cogemos un muslo de pollo, y, en crudo, intentamos sacarle
el hueso, nos resulta una tarea complicada, mientras que si lo asamos será algo
muy sencillo. Si queréis hacer la prueba, coged una pechuga de pollo cruda e
intentad partirla con las manos. No es imposible porque no deja de ser carne,
pero si la cocinamos es muchísimo más sencillo. Al estar todo crudo, la carne
envuelve bien el hueso y se mantiene unida a él, dificultando que el perro se
clave ningún trozo de hueso que pueda haberse partido de manera afilada.
Para terminar, quiero decir que
yo no voy a ser la persona que diga que dar huesos no conlleva ningún riesgo,
porque todo en esta vida tiene sus posibles consecuencias negativas. Lo que sí
voy a decir es que el pienso también tiene muchas consecuencias negativas y o
bien no nos damos cuenta de ello o bien no queremos darnos cuenta.